viernes, 31 de julio de 2009

Pasividad e Indolencia frente al desempleo

El círculo vicioso en el que ha caído la economía mundial y, particularmente la mexicana, en este momento es producto de la desconfianza y la mala expectativa futura que se ha apoderado de los ciudadanos. Lo más preocupante es que la desconfianza es bien abonada por la pasividad y la indolencia de nuestras autoridades en la materia.

En este contexto, el INEGI informó el 28 de julio que el Indicador Global de la Actividad Económica (IGAE) se contrajo (‑)11.1% en términos reales en mayo de este año respecto al quinto mes de 2008. Los sectores secundario y terciario son los más afectados, con una caída de (-)11.6 y (-)11.0%, respectivamente. El sector primario, encabezado por las actividades agropecuarias, por primera vez durante esta recesión registró una caída de (-)7.8%.
A nivel nacional, la caída del sector industrial desgraciadamente ha generado presión sobre el empleo, que en junio, a pesar de que mostró un leve repunte con 19 mil plazas nuevas registradas en el IMSS, arroja como saldo neto una pérdida de 596 mil 200 empleos, solo entre Junio 2008 y Junio de 2009. Esta cifra, fue subestimada por el Secretario de Economía, Gerardo Ruiz Mateos, quien textualmente argumentó esta semana que “…la caída del empleo no ha sido de gran tamaño, comparado con la reducción de la economía nacional…” Algo verdaderamente lamentable.

Lo mismo sucede con nuestras autoridades económicas locales, hacen mutis respecto a las cifras del IMSS en Durango. De Junio 2008 a Junio 2009, en nuestra querida y tranquila ciudad colonial, hemos perdido 5 mil 302 empleos. Entre mayo y junio de esta año, también se rompió una racha positiva en la generación de fuentes de trabajo en el estado respecto a los últimos meses, con una reducción de por lo menos 377 plazas laborales, esto derivado del cierre de actividades en los aserraderos a causa de las lluvias, principalmente.

Lo menos que podemos esperar es que las autoridades en materia económica, federales, estatales y municipales, en coordinación, de mutuo acuerdo, reaccionen con programas que promuevan e incentiven la generación de riqueza y no solo subsidien la pobreza. Que sean “Pro-mo-to-res” del desarrollo económico

Una cosa es el gasto social como paliativo de la pobreza extrema, para ello están desarrollo social, la secretaría del trabajo, el servicio estatal de empleo y los programas asistencialistas “mareadores de pobres” y “generadores de votos”, pero otra muy distinta son los incentivos económicos para generar riqueza.

Lamentablemente, nuestras autoridades en materia federal, nos han anunciado recortes presupuestales importantes que afectarán la inversión pública de forma directa, sin anunciar qué harán con el gasto corriente y elefantes blancos e ineficientes como la Secretaría de la Función Pública, la Oficina de la Presidencia, PEMEX, CFE, Luz y Fuerza del Centro, o la Secretaría de Economía y sus programas inoperantes y burocráticos como el Fondo PYME.

No se diga sus contrapartes estatal y municipal, año con año tienen importantes sub-ejercicios, y lo poco que han podido ejercer, es en dádivas asistencialistas: microcréditos, micro-financiamientos, lo cual no representa un incentivo generador de riqueza.

El inconveniente principal en oficinas promotoras del empleo es la pereza para encontrar salidas y soluciones. Se encuentran estacionados en una zona de confort. Ellos no están amenazados con perder su empleo como en la iniciativa privada, como un obrero o un trabajador asalariado; son burócratas de oficina, sin desafíos, sumidos en una eterna rutina que será la agonía de las pequeñas empresas hasta cuando termine el trienio o el sexenio para el cual trabajan.

Ojala me equivoque, pero debido a su pasividad e indolencia, no esperamos mucho de ellos.
Leonardo Alvarez

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