jueves, 31 de marzo de 2011

Claves del éxito/fracaso económico de México en los últimos 30 años

Versión estenografica de una entrevista en la Universidad de Guadalajara (Panel de Economia Regional febrero de 2011).

¿Cuales son las claves del éxito o fracaso de nuestro país (México) en los últimos 30 años?
¿Que hacer?¿Hacia dónde dirigir la política económica?

Creo que enfrente tenemos el enorme desfío y compromiso de siempre: la frontera entre identificar y corregir los problemas de corto, mediano y largo plazo. La cuestión es: ¿Por dónde empezar? ¿Qué es lo urgente? ¿Que es lo prioritario?

Hay tres dimensiones en las que debemos analizar lo sucedido con México en los últimos 30 años:

1) En una primera etapa se hicieron grandes reformas de fondo que permitieron crear la base en la que hoy nos encontramos: apertura económica, estabilidad macroeconómica, estabilidad financiera..; pero con un crecimiento económico mediocre, un mercado interno deprimido y una dificultad para mantener la estabilidad fiscal futura: Reformas estructurales pendientes.

Sin duda que el proceso de apertura económica iniciado a partir de la mitad de los años 80´s tiene mucho que ver. Si México no hubiera generado las condiciones de apertura económica, primero con su entrada al GATT en 1985 (Acuerdo General sobre Aranceles y Tarifas), y luego en la consolidación de la Organización Mundial de Comercio (OMC), sencillamente hubiéramos caído en una crisis de dimensiones insospechadas. No teníamos otra opción: índices inflacionarios de 300%; deuda pública creciente y acorto plazo; un mercado interno abatido y enfocado únicamente en la producción de materias primas (bajo valor agregado).

2) En una segunda etapa, los conflictos pollíticos y una transcición democrática incompleta, es lo que ha obstruido esas grandes decisiones pendientes. El desarrollo político e institucional del país se quedó truncado.

A principios de la década de los 90´s, la realización de reformas estructurales de carácter financiero y económico cruciales: Reforma al Banco de México 1993 (Autonomía, tipo de cambio flexible y objetivo único enfocado en controlar la inflación); La Secretaría de Hacienda y el sistema financiero mexicano que permitieron la entrada de bancos extranjeros para refundar un sistema totalmente en bancarrota y sin experiencia; Y la Firma del TLC que le dio preferencia y un alto impacto al crecimiento de la industria manufacturera de exportación. (textil, autopartes, metalmecánica, electrónica….) como los principales.

3) La tercera etapa puede enmarcarse en la época actual, en la que los pocos magrenes de manibra políticos han frenado los cambios que siguen pendientes y que llevamos entre 10 y 15 años discutiendo y tratando de impulsar infructuosamente desde el legislativo: reforma fiscal, la reforma energética y una reforma laboral, como los principales cambios que debemos promover para aspirar a mantener un equilibrio de largo plazo en las finanzas públicas, flexibilizar el mercado de factores y re-impulsar el financiamiento a la pequeña y mediana empresa. Es decir, inyectarle fluidez a los motores del crecimiento económico a través de cambios específicos en el sector energético y de telecomunicaciones, y en las reglas de competencia económica, entre otros.

A pesar de que hemos mantenido un clima de estabilidad en las finanzas públicas y un sistema financiero sólido producto de estas reformas estructurales (quedaron incompletas: hoy está en la agenda continuar con otro nivel de reformas: fiscal, laboral, energética…). Gozamos de finanzas públicas sanas, un déficit público en estándares internacionales por debajo de 4.5% del PIB; tenemos Reservas Internacionales y un tipo de cambio que ya no es factor de desestabilización. Las tasas anuales de interés (4.5%) y la inflación (4.4%) controladas y por todos estos factores una calificación crediticia internacional estable. El problema es que la estabilidad no es eterna y lo estamos desaprovechando.

Podemos concluir --y redundar-- en lo siguiente:

No obstante las virtudes de la estabilidad macro de la que hablamos y todas las virtudes y linduras; nuestro crecimiento económico es insuficiente y mediocre (2.2% en los últimos diez años) y tasas de desempleo que oscilan en 5.5% en promedio. Los retos actuales son realizar las reformas estructurales pendientes para aprovechar la estabilidad y crecer y ensanchar el mercado interno, disminuir la informalidad, flexibilizar el mercado laboral, reimpulsar y diversificar el mercado de exportación hacia Estados Unidos (escalarlo sin duda); pero también hacia Sudamérica, Oriente y Europa; y en materia de finanzas públicas depender menos de la volatilidad de los precios internacionales del petróleo. Hoy por hoy, la estabilidad y equilibrio fiscal estan en riesgo.

Leonardo Alvarez
@leon_alvarez

miércoles, 30 de marzo de 2011

Evolución del PIB en Dgo en los últimos siete años.

Con la debida proporción y peso que tenemos a nivel nacional: lugar 24 en población y 23 en PIB, durante los últimos siete años, la punta de lanza o el motor del crecimiento económico en nuestra entidad ha sido el sector de las manufacturas (20.83% en promedio), destacando el subsector de la industria de los alimentos, las bebidas y el tabaco.

Luego el comercio 13.52%; y el sector primario como vocación natural (12.67% en promedio).



El reto que tenemos enfrente es serio y variado:

1) Fortalecer los aspectos primarios tradicionales para que se conviertan en factor de transformación. Es decir, de materias primas con valor agregado añadido. Escalar en los sectores tradicionales: agroindustria, la minería. Con énfasis en desarrollar el turismo en diferentes escalas (regional, nacional; cultural…).

Desgraciadamente vemos cómo se discute hoy la comercialización de frijol más como un acto de política burda y barata, que de generación de valor añadido al producto en sí mismo.


2) Realizar fuertes inversiones en la infraestructura (necesaria y prioritaria) que posicione o gane espacios, incrementar el capital físico e intelectual en los clústers perfectamente delimitados: textil, confección, muebles, o lácteos.


Lamentablemente, se ha priorizado el aspecto social y no toda la inversión en infarestructura ha sido prioritaria o necesaria. Se debe analizar su pertinencia y el costo de oportunidad de realizarla. Los grandes fiascos de los últimos años: parque ladrillero, la zona de conectividad, son proyectos que además de estar 100% financiados por gobierno, nacieron muertos o están muertos. Solo un par de bellos ejemplos. 


3) Debemos desarrollar y/o completar nuevos sectores: Autopartes, software, electrónica. Hay capital físico e intelectual en estos sectores, pero los esfuerzos se deben incrementar. La apuesta por nuevos procesos, los bajos costos de operación y nuestra cercanía con la frontera debemos de explotarlo al máximo. Incluso, hoy que las fronteras se han desbordado en violencia y que los procesos están huyendo o trasladándose a regiones más estables "plolítica y socialmente" hablando, debemos promovernos con las empresas trasnacionales para asegurarles un espacio cerca de los mercados y con capital humano e intelectual perfectamente preparado. Universidades y tecnológicos son importantísimos en esta etapa


Sin embargo, la oferta en seguridad que siempre nos caracterizó ya no es tal. No somos la callada y tranquila ciudad colonial que éramos y, por mencionar "otros" conflictos, adicionalmente, existen serios cuestionamientos a la credibilidad institucional del gobierno en cuestión social, política, en transparencia y libertad de prensa, además de que persisten conflictos al interior de la universidad y el tecnológico. Grilla, grilla y más grilla cuando el porvenir de las generaciones futuras está en juego.


Leonardo Alvarez
@leon_alvarez

sábado, 19 de marzo de 2011

Porpuesta fiscal Beltrones

Siempre he defendido la necesidad de hacer cambios en las arcaicas leyes de este país para poder aspirar a un entorno más competitivo. Menos desigual.

La deformación que tienen las leyes, desde las fiscales, pasando por las judiciales y aterrizando en las electorales, tienen que ver con la inclusión de los intereses de grupo de quienes tienen acceso a modificarlas.

Lo mejor que ha provocado la propuesta de reforma fiscal del Senador Manlio Fabio Beltrones es poner en la mesa de discusión “nuevamente”, un tema que todos evaden y que, inexplicablemente, se ha mantenido quieto porque hablar de impuestos es políticamente incorrecto en México.

A reserva de dictámenes concienzudos de especialistas, sobre todo que emitan un serio juicio sobre el impacto de las modificación del IVA, ISR y la derogación del IETU que se proponen, por ejemplo, la reforma fiscal Beltrones, lejos de ser una reforma que resuelva los problemas de nuestro país, se trata de ponerle presión política al actual gobierno de Felipe Calderón y, precisamente antes de las contiendas electorales, es un “aquí estoy” del líder del Senado para ser una opción alternativa más allá de Enrique Peña Nieto para el PRI. Que, dicho sea de paso, está imparable en las encuestas de identificación y preferencia ciudadana rumbo al 2012.

Lamentablemente, en la propuesta del Senador no se aprecian cambios en los regímenes fiscales especiales, las barreras a la libre competencia, la opacidad en la rendición de cuentas, la no dependencia del petróleo…en fin. La larga lista de fallas estructurales responde a que las leyes se modifican al gusto del político en turno, y para goce y disfrute de las generaciones posteriores de políticos.

Es un hecho que hoy todos los políticos de este país tienen como interés central la sucesión del poder, desde los estados de Coahuila y de México, hasta la federal del próximo año.

No es sólo cuestión de que tengan malas o buenas intensiones de hacer cambios para presumir políticamente que están trabajando, es que los cambios que plantean tienen claramente la intención de quedar bien con ciertos sectores que les serán de utilidad al momento de buscar el poder en las urnas. Ese es el contexto de la reforma propuesta por los senadores priístas aunado al rechazo de sus propios diputados.

Por ello, la propuesta fiscal que lanzan los senadores priístas a estas alturas de las contiendas políticas está llena de trampas, saltos mortales, suposiciones peligrosas. Desde mi punto de vista, es, en resumen, una pieza de retórica electoral con un peligroso trasfondo tributario.

Para no discutir la obviedad de bajar el IVA y proponer una inexplicada devolución de dinero, hay que ver la prevalencia de la tasa cero de este impuesto en sectores que no lo justifican. Sin atender siquiera lo peligroso que resulta la famosa tasa cero.

La primera propuesta de la reforma debería ser la eliminación total de la tasa cero. Incluidos medicamentos y alimentos. Incluidas las tortillas y los frijoles. Por supuesto que también eliminar la tasa cero de todos los sectores que apapacha la propuesta priísta y que no hay manera honesta de justificar. En su lugar, y en ciertos casos, debería haber productos exentos del IVA.

A simple vista suena como una contradicción, algo sin sentido. Pedir que no haya productos con tasa cero del IVA, pero sí exentos del IVA. Sin embargo, ante los ojos de los expertos la diferencia son miles de millones de pesos en devoluciones, muchas de ellas inmorales y de alto impacto financiero.

Pero la trampa está ahí en la propuesta, dejar sectores privilegiados a costa de la carnada electoral de bajar el IVA y bajar los impuestos indirectos a ciertos sectores sociales. Esta propuesta fiscal piensa en los votos, no en el presupuesto.

Siempre he defendido la necesidad de hacer cambios en las arcaicas leyes de este país para poder aspirar a un entorno más competitivo. Sin embargo, siguen existiendo poderosos intereses de grupo que hacen del contribuyente promedio una pieza cautiva y vulnerable de nuestros políticos.

Leonardo Alvarez
@leon_alvarez

viernes, 4 de marzo de 2011

Precisiones sobre la tasa de desocpuación en Durango

Normalmente, nuestros políticos se molestan cuando tocamos el tema de las cifras de empleo o desocupación para medirnos con respecto a otras entidades o países. Y lo único que consiguen con esta medida es evidenciar su desconocimiento casi sistemático de los indicadores o las estadísticas de coyuntura. Sobre todo de su utilidad.

Luego por ello encontramos frases elaboradas o clichés periodísticos como: “El empleo en Durango en cifra récord”, o qué le parece este otro: “La inercia positiva en el crecimiento del empleo nos ubica como el polo de desarrollo más importante en el norte de México…”, y a poco no ha leído esta otra lindura: “Cifra récord en la generación de empleo nos posiciona como una de las entidades con mayor potencial en el país a pesar de la crisis”…y otras tantas y tantas frases que están fuera de la realidad y de contexto. Insisto, no tienen idea de la utilidad de las cifras estadísticas.

Por principio de cuentas, la tasa de desocupación (TD) es un indicador del equilibrio del mercado laboral y no de bienestar social. De hecho, cuando existe movimiento en sus tasas, significa que la economía está en dinamismo, que es saludable. Lo que de ninguna manera implica que debamos ignorar sus efectos; al contrario, es un tema que nos debe motivar para estructurar políticas que tiendan a mejorar el mercado laboral e incentivar la apertura de nuevas empresas. Sobre todo en el ámbito formal.

Por ello no es gratuito que estados como Yucatán, Guerrero, Campeche, Oaxaca o Chiapas, entidades donde existe claramente un menor desarrollo económico e industrial en el país, y que incluso, registran los índices de analfabetismo más altos, son entidades donde la tasa de desocupación es sistemáticamente menor porque no hay oportunidades de desarrollo. Por otra parte, los estados industrializados y de mayor densidad poblacional como el Estado de México, Chihuahua, Coahuila o Nuevo León, aparecen siempre disputándose los primeros lugares en la tasa de desocupación. Esto demuestra que la gente busca empleo en estas entidades porque ahí sí tienen posibilidades.

En este contexto, el “desempleo abierto” no es una medida del rezago social de un país, estado o región, así como tampoco los cambios en su tasa significan que necesariamente esté mejor o peor que antes en términos de ingresos: la TD lo único que señala es qué tan lejos o qué tan cerca está una economía de lograr el equilibrio en su mercado laboral. Su comportamiento obedece a factores cíclicos, estacionales o de coyuntura.

Por ejemplo, en enero, la tasa de desocupación nacional se ubicó en 5.12%, que equivale a poco más de 2.6 millones de desempleados en el país.

Para nuestra entidad, en el mismo mes de enero, la tasa de desocupación se ubicó en la posición 9, con 6.46%, ocho lugares por encima de la media nacional. Con este porcentaje, en Durango hay poco más de 35 mil desempleados en el mes de referencia.

De acuerdo a la lógica comúnmente utilizada por nuestras autoridades, ésta también es una cifra récord en términos de desocupados para nuestra entidad, pero no la explican, o la esconden, o simplemente no hablan mucho de ella por miedo a las críticas, o por miedo a evidenciar su poca familiarización con las estadísticas.

Para explicar el comportamiento de la tasa de desocupación en la entidad debemos recurrir a la estacionalidad. Normalmente, es en los meses de lluvia, en los periodos vacacionales, y entre diciembre y febrero, cuando se registran las mayores tasas de desempleo en nuestra entidad. Sencillamente, porque nuestro perfil industrial y económico así está estructurado.

Sucede lo contrario en las entidades que tienen costas, por ejemplo. Los meses de verano y sol son los que estacionalmente registran mayores índices de ocupación y desarrollo económico y ahí radica la diferencia; claramente, cada entidad debe trabajar su promoción económica con base en su dotación natural de recursos o su vocación económica, y escalar hacia otras de mayor valor agregado

Nuestros políticos se ofuscan cuando tocamos el tema de las cifras de empleo o desocupación para compararnos con respecto a otras entidades o países. Sin embargo, la tasa de desocupación es un indicador estadístico del equilibrio del mercado laboral y no una medida de bienestar social. Evidentemente, nos debe ayudar a generar mejores políticas de promoción y atracción de empresas, no a tratar de esconder su difusión o explicarla equivocadamente como se ha hecho recientemente.