viernes, 4 de junio de 2010

Precios competitivos en los energéticos

Si analizamos objetivamente cuál debe ser el precio real de las gasolinas y los energéticos en nuestro país, la realidad, deben ser por lo menos 35% más altos sobre nivel que ocupan actualmente. Esto en base al comparativo mundial del nivel de precios en los hidrocarburos. Es la lógica económica en la que se basa la Secretaría de Hacienda para suprimir paulatinamente, como parte de la política fiscal del 2010, el subsidio que mantiene el gobierno federal a las gasolinas y otros energéticos.

Es un razonamiento lógico y técnicamente impecable para los países desarrollados, los mismos que tienen energías alternativas más baratas, regulación adecuada, que se preocupan por el medio ambiente y que, gracias al elevado costo de los energéticos derivados del petróleo, están reduciendo el uso de vehículos automotores por vehículos eléctricos; tren, metro o trolebús ecológico; e incluso, como en Europa, el uso extendido de la bicicleta como medio de transporte. Eso es lógico para los países desarrollados.

El hecho es que estos países tienen mercados competitivos. Hay regulaciones eficientes para no permitir la proliferación de monopolios públicos y privados, y en México, no tenemos opciones más que PEMEX o CFE, por citar solo dos empresas paraestatales que controlan la producción y el precio de su mercado. Por cierto, ambas paraestatales manteniendo una enrome e ineficiente burocracia sindical.

México, por la estructura oligopólica de sus mercados, está condenado a la mediocridad económica y su gobierno a reaccionar de manera contraria a los intereses de los ciudadanos: normalmente incrementando precios. La clase política no está interesada en cambiar las reglas de juego. Y el partido gobernante que prometió precisamente que se iban a realizar estos cambios, en 9 años no los podido llevar a cabo y no ha tenido ni la habilidad ni la voluntad para provocarlos. Se ha caracterizado por ser inoportuno y flaco a la hora de negociar políticamente las reformas posibles.

Así lo demuestra el Reporte del Índice de Libertad Económica para América Latina 2009-2010 elaborado el Fraser Institute de Canadá, que se calcula en 141 países de todo el mundo. En la última medición México quedó en el lugar 68. Como suele suceder en todas las mediciones económicas, nuestro país siempre aparece en medio de la tabla. En Latinoamérica nos ubicamos en el lugar 10 de 17 países analizados, por debajo de Chile, Panamá, Costa Rica, El Salvador, Honduras, Perú, Guatemala, Nicaragua y Uruguay.

El Índice de Libertad Económica mide el grado en que las políticas y las instituciones de los países apoyan o influyen en el ambiente de negocios en nuestro país, las piedras angulares son: la elección personal, el intercambio voluntario, la libertad para competir y la seguridad sobre los bienes de propiedad privada. El rubro de mayor importancia a largo plazo reside en la estructura jurídica y los derechos de propiedad. El desempeño en esta materia ha sido mediocre y no es de extrañarse que sea aquí donde la economía mexicana obtiene su peor calificación 5.32.

La lógica con la cual está actuando la Secretaría de Hacienda para elevar paulatinamente los precios de las gasolinas es impecable, pero aplica a las condiciones de los países que tienen estructuras de mercado más competitivas y más justas, donde no se castiga al contribuyente como en el nuestro. El incremento a los energéticos, es una muestra más de impunidad de la clase gobernante que prefiere trasladar los costos de una empresa monopólica a sus ciudadanos, en vez de generar las condiciones políticas para la reforma energética y fiscal que requerimos de manera urgente. No cabe duda que seguimos condenados a la mediocridad.


jueves, 3 de junio de 2010

Los cinco jinetes del apocalipsis

Dos sucesos importantísimos se posicionaron –y contrastaron-- en las últimas dos semanas de mayo a propósito de la crisis económica que estamos padeciendo: 1) La declaración de Felipe Calderón en Alemania en la que afirmó que México está más fuerte que nunca y que durante 2009 y lo que va de 2010, superamos los cinco jinetes del apocalipsis; y 2) la visita que hicieron a México Paul Krugman y Erick Maskin, premios nobel de economía en 2008 y 2009, respectivamente, en la que califican como “desalentador” el crecimiento económico de nuestro país, comparándolo con estados de la unión americana hasta antes de la segunda guerra mundial.


Respecto a la declaración del Presidente, como líder, destaca su posición optimista, de vanguardia, alentando al país a no rendirse ante la adversidad. El problema es que los cinco jinetes del apocalipsis a los que hace referencia, en el ánimo de la ciudadanía, a mi juicio, no han sido bien librados y tienen su dosis de pertinencia política:

La influenza, es correcto que el brote de influenza ya fue superado, pero, gracias a Germán Martínez y su estrategia de confrontación política en las elecciones del año pasado, se mantiene en el ánimo de la gente que fue una reacción desmesurada del ejecutivo, que fue para crear pánico y que, gracias a ello, no solo fuimos objeto de discriminación mundial, sino que nuestra economía sufrió un impacto gigantesco del tamaño de (-0.5) del PIB por la baja drástica en el comercio y el turismo entre abril y mayo de 2009.

Crisis Económica, se ha dicho hasta el cansancio que la hemos superado; sin embargo, este repunte en la mayoría de los indicadores es debido a una recuperación paulatina externa, dependiente aún del consumo norteamericano. Y sigue latente el problema de Europa.

Violencia desatada por el crimen organizado, hasta hoy, al menos esa es mi percepción, no tengo un balance verídico en el que hayamos cumplido un objetivo concreto y real en la lucha contra el narco. Sólo he visto el repunte de la violencia y del pánico, y más federales y militares en las calles.

¿Sequía extrema superada?, ¿la mayor en 70 años?; que yo recuerde, en nuestro país, salvo en regiones afectadas exprofeso, no hay una queja generalizada por problemas de sequía. Lo que realmente afecta al campo, es la enorme burocracia y corrupción que existe en los programas destinados para el sector, curiosamente los más subsidiados y los más ineficientes por sus resultados concretos.

Finalmente, la baja producción de petróleo, en realidad, por la crisis, el tema del petróleo desapareció del contexto, pero gracias a que no se ha logrado una reforma energética porque no se actúa contra los sindicatos y contra la inercia política que detiene al país –tampoco hemos logrado una reforma fiscal, política o educativa--, las finanzas públicas no mejoran, seguimos siendo un país de poca recaudación, bajos salarios, una tercera parte de la PEA en la informalidad, y con una vulnerabilidad económica enorme.

Respecto al contrastante y desalentador comentario de Krugman sobre nuestra economía, tiene razón en lo que se refiere a mejorar la Educación y Ciencia y Tecnología, como base para nuestro desarrollo, pero, para mi gusto, el problema más grave de México es político. No hay voluntad política. Mientras sigamos a expensas de las decisiones del Congreso y del Senado, y de las revanchas contra las embestidas fallidas del ejecutivo, México seguirá hundido en la mediocridad económica.

Dos sucesos importantísimos se contrastaron en las últimas dos semanas a propósito de la crisis económica que estamos padeciendo: Calderón afirma que vamos bien y Krugman refuta que nos falta mejorar la educación para desarrollarnos. Considero que los dos se quedan cortos.

miércoles, 2 de junio de 2010

Mexicanos felices con monopolios

La reciente llegada del empresario mexicano Carlos Slim a la cumbre de los hombres más ricos del mundo ha sido recibida con indiferencia, pena y orgullo, por igual, entre los mexicanos. Sin embargo, por no saber lo que implica la existencia de monopolios públicos y privados en nuestra vida cotidiana, los mexicanos, al parecer, no sólo los aceptamos, sino que somos felices de tenerlos.

De acuerdo con datos de Parametría, la opinión de los mexicanos respecto al nombramiento de Slim como el hombre más rico del mundo –según la revista Forbes-, la opinión pública se divide de forma semejante entre quienes manifiestan satisfacción, vergüenza o desinterés por el hecho. Así, quienes sienten orgullo por la posición de Slim representan el 30%, contra un 29% que experimenta pena y un 31% que manifiesta no sentir “nada”.

Sin embargo, el hecho relevante es que Slim es el hombre ideal para los negocios en México, por ello nuestro gobierno lo promueve de esa forma en eventos mundiales; pero el problema es que no le hemos preguntado al mundo qué es lo que piensa sobre Slim.

Nadie niega el valor que tiene como empresario, pero la diferencia entre Bill Gates y Slim es mucha y muy contrastante. Mientras que Bill Gates creó una empresa mundial, con poder monopólico, en base a una innovación y desarrollo de tecnología, como lo fue y ha sido MICROSOFT; Slim, surgió a partir de la subasta de una empresa telefónica pública a precio de ganga que hoy es TELMEX. Bill Gates desarrolló e innovó en una industria; y Carlos Slim aprovechó los nexos políticos y la corrupción para apoderarse de una paraestatal y pasar de un monopolio público a uno privado. Esa es la gran diferencia.

De acuerdo a datos de la CONEVAL, para un país que tiene a más del 50% de su población con status de pobre, donde prevalece la falta de inversión en innovación y tecnología, y donde el 10% de la población es dueña del 65% de la riqueza que produce nuestro país, es decir, un México desigual, esta realidad es muy dolorosa. Es producto de nuestra ignorancia y la abulia de nuestras autoridades; y eso es lo que ven los extranjeros: un gobierno que no solamente tolera los monopolios, sino que los promueve.

Aún con estos cuestionamientos internacionales sobre la falta de competencia en la oferta de algunos mercados- como la televisión abierta, telefonía fija y celular, cemento, refrescos y cerveza-, para la mayoría de los mexicanos el tema del monopolio es algo desconocido, y a diferencia de lo que podría pensarse, la población se encuentra más bien satisfecha con los monopolistas u oligopolistas.

En este sentido, en otra encuesta reciente, Parametría registró que el 49% de los mexicanos prefiere que haya pocas empresas cerveceras, el 41% dice lo mismo de los servicios de telefonía fija, el 35% opina igual sobre la televisión abierta y de cable, y un tercio señala que es preferible tener a unas cuantas compañías en los sectores de telefonía celular, refrescos, cemento y pan.

México puede jactarse de tener al hombre más rico del mundo, pero también al gobierno más ineficaz y débil ante los monopolios públicos y privados. Gracias a ello tenemos una enorme concentración de poder en unas cuantas empresas; y somos en el mundo de los pocos países que pagamos los precios y tarifas más altas en combustibles, electricidad, teléfono, refrescos, telecomunicaciones, entre otros tantos productos. ¿Usted cree que así existen condiciones para que nacionales y extranjeros inviertan en nuestro país?

Por no saber lo que implica la existencia de monopolios públicos y privados en nuestra vida cotidiana, los mexicanos, al parecer, no sólo los aceptamos, sino que somos felices de tenerlos.

Leonardo Alvarez