lunes, 21 de septiembre de 2009

Los tecnócratas y el Presidente

Hay dos preguntas clave que surgen en ésta coyuntura.
¿Por qué, si el mundo hace 15 años apunta hacia una tercera vía (socialdemocracia, economía de mercado con intervención pública), hoy en México prevalecen los esquemas ortodoxos de la economía?

¿Por qué, hoy, en plena crisis económica, nuestro país va en contra de las medidas fiscales que se están implementando en otros países, sobre todo, los latinoamericanos, como: Brasil, Chile, Argentina o la misma España?

Complicada la tarea de explicar este par de asuntos.


No existe mejor adjetivo con el cual describir el estilo de dirigir la economía de nuestro país desde hace 27 años. Tecnocracia. Desde una perspectiva amplia, puedo argumentar que a partir del cambio de modelo económico, el denostado modelo NEOLIBERAL, por supuesto, todas las voces se han coludido para vilipendiarlo y, sin embargo, es el esquema que hace 27 años sacó del atolladero económico a México, después de las crisis petroleras de 1976 y 1982. Posterior a los nefastos gobiernos populistas (priístas) de Echeverría y López Portillo, por cierto.


Si recurrimos un poco a nuestra historia reciente; sobre todo, sería relevante para las nuevas y “huecas” generaciones de yuppies, a los que no les tocó la verdadera época de crisis; podemos encontrar que ante las devastadas finanzas públicas de las crisis petroleras de los 80´s y las desastrosas medidas de expansión del gasto púbico y el déficit fiscal de México que llegó a ser 40% del PIB, en 1982, el camino era muy claro: adelgazar al aparato burocrático -recuérdese que el gobierno de México poseía todos los factores de la producción en sus manos, incluyendo la empresa telefónica, equipos de futbol profesional, canales televisivos, equipos de beisbol, así como todas las dependencias gubernamentales tradicionales- por supuesto que el Banco de México y la Secretaría de Hacienda respondían a “la voluntad política de presidente” y no la voluntad financiera de la coyuntura económica. Eran tiempos de un estatismo regulador.


Sin pretender una apología de la tecnocracia, hay que reconocer que estas graves deficiencias en nuestra economía fueron subsanadas y superadas por los tecnócratas entre 1985 y 1994. A partir del Gobierno de Miguel de la Madrid, posteriormente, Carlos Salinas de Gortari, siguiendo con Ernesto Zedillo, sobre todo.


Actualmente, los dos gobiernos panistas, tanto el de Vicente Fox como el de Felipe Calderón, siguen claramente orientados a la ortodoxia neoliberal; sin embargo, las condiciones de la economía ya no son iguales, e incluso, a pesar de que la crisis económica de 2008 tiene su origen en las mismas bases de la recesión económica de 1995: expansión del crédito de forma irracional; crisis de consumo norteamericano; elevados precios de los combustibles y materias primas; inversión especulativa…los tiempos no son los mismos y es necesario echar mano a la intervención estabilizadora de gobierno, a través de políticas económicas más agresivas de gasto público y de mayores niveles del déficit público.


Y es que nuestras autoridades económicas actuales no han comprendido que las condiciones económicas de 1982 y de 1995, hoy son radicalmente diferentes. Lo que me lleva a reconocer que, en estricto sentido, las políticas de Carlos Salinas de Gortari fueron las de mayor éxito en la historia económica de nuestro país, incluida la firma del Tratado de Libre Comercio con Canadá y Estados Unidos, pero era otra la coyuntura del país. Esa generación de tecnócratas sí tenía claro el rumbo de México; hoy, la enfermedad y los síntomas a pesar de que son iguales, requieren de otra medicina, más heterodoxa y con mayor amplitud en términos de gasto público.

En este contexto, ni todos los males pueden atribuírsele a los tecnócratas o al Presidente de la República, y por supuesto que la solución a nuestros problemas actuales no surgirá de la propia ortodoxia económica. Es claro que, por “cuestiones políticas”, desperdiciamos los últimos 15 años de estabilidad económica para modificar nuestros esquemas tributarios deficientes y reimpulsar nuestra planta productiva nacional, incluido el campo; y no hemos sido capaces de insertarnos en la nueva era de la integración geoeconómica mundial como Chile o Brasil, que han diversificado sus mercados y han impulsado cambios estructurales que hoy les permiten salir más rápido de la crisis. Han creado políticas propias y no han seguido las medidas de austeridad impuestas por el Banco Mundial o el Fondo Monetario Internacional.


Esto explica porque hoy, a pesar de que la solución -incluso la norteamericana- ha sido de intervención del gobierno en las principales industrias, los bancos y en la flexibilización de las políticas fiscales, en México no se entiende por qué el paquete fiscal del presidente Felipe Calderón sea eminentemente recaudatorio y no expansionista de la producción y el empleo. Es claro porque los empresarios que generan empleos estén encabronados.


¿Quién de los empresarios va aguantar en estos momentos una carga tributaria mayor del ISR, del IEPS, y nuevos impuestos al uso tecnología y telecomunicaciones?


Mientras que en México se debate la aplicación de nuevos impuestos a la producción y a los servicios de telecomunicaciones para el año 2010, en Brasil están proponiendo la aplicación de más exenciones fiscales a la industria, y en Chile hablan hasta de certificar al gasto público.


Desgraciadamente, hoy, cuando en el mundo imperan gobiernos socialdemócratas con apertura económica equilibrada, para incrementar la mala reputación de los tecnócratas, seguimos empecinados en aplicar medidas económicas como las de pasado: ortodoxas, clásicas, cuando las condiciones económicas son muy distintas a la década pasada y la solución nos debe impulsar a desplegar mayor inversión pública.

Paralelo a ello, la mala distribución del poder en México hace que el gobierno se vea débil, y en vez de ajustar cuentas con los grupos rentistas: sindicatos, monopolios públicos y privados, gobiernos estatales, partidos políticos y toda una gama de líderes empresariales y campesinos corruptos, les cargue la mano a los ciudadanos que son los mismos afectados de siempre.

Leonardo Alvarez



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