domingo, 23 de septiembre de 2007

Inflación especulativa.

Agradezco los comentarios –a favor y encontra-, que en buena medida siguen motivando la elaboración de esta columna. Siempre es muy grato saber que por lo menos hay dos o tres lectores incautos que siguen esta editorial tan numérica.

Por lo menos el día de hoy dejaremos en paz los cuestionamientos locales acerca de las “políticas” de empleo, no vaya a ser que se suiciden los encargados de la materia en el Estado que no están acostumbrados a las críticas constructivas, y en cambio, me permitiré opinar sobre los riesgos inflacionarios que ha provocado la reciente aprobación de la reforma fiscal en el Congreso. Una “medida macroeconómica” que finalmente beneficiará a todos los estados de la República.

Parto de dos comentarios que son la base de mi argumentación; el primero es un informe que Guillermo Ortiz Martínez, Gobernador del Banco de México (Banxico), elaboró recientemente y en el cual aseguró que el crecimiento económico es la principal vía para abatir los niveles de pobreza. (12 de septiembre 2007; El Economista); y el segundo, es una declaración de Guillermo Güémez, Subgobernador de ese mismo instituto, donde estimó que el
alza gradual de dos centavos mensuales a la gasolina mitigará las posibilidades de aumentos de precios. (14 septiembre 2007; El Universal).

Cómo propiciar crecimiento económico y reducir y mantener estable la inflación son dos de las grandes preocupaciones de nuestro país por lo menos las dos últimas décadas. Lejano está el último sexenio que nuestro país creció a tasas decentes, y, sin embargo, ha mantenido agresivas medidas restrictivas en el control inflacionario.

A raíz de la última gran crisis (1995), al parecer, las autoridades monetarias han logrado esas metas inflacionarias a costa de un bajo crecimiento económico. La premisa, sin duda, es y sigue siendo mantener a toda costa un “equilibrio macroeconómico”.

Analizando el comportamiento de la inflación en la última década, nos percataremos que de contar con tasas por encima del 50% que tuvimos en 1996, entre los años 2000 y 2006 se ha llegado a tasas inferiores al 6% anual. Un logro que se debe en gran medida a una serie de medidas restrictivas que iniciaron con las reformas que Ernesto Zedillo promovió a mediados de la década de los 90as. Entre las más importantes podemos mencionar la autonomía de Banxico, y el régimen de libre flotación del tipo de cambio. Analicemos el comportamiento de la inflación (Cuadro 1), y las metas logradas con este enfoque en nuestro país. (Cuadro 2).



Si bien es cierto que los objetivos inflacionarios en promedio se han cumplido para México, también es evidente que se ha castigado con estas medidas restrictivas el crecimiento económico. Evidencia empírica nos refuerza que el secreto de países emergentes que han logrado excelentes tasas de crecimiento en poco tiempo, no ha sido concentrarse en las medidas inflacionarias únicamente, sino en generar crecimiento en la economía.

Por ejemplo, India se ha destacado por la preparación de recursos humanos de primer nivel y la formación de capital humano, además del diseño y aplicación de muy importantes proyectos de reformas institucionales que impactaron su comercio internacional y sus medidas impositivas. China por su parte, se olvidó que sólo existe una ventaja competitiva en su mano de obra barata, y se ha enfocado en la tecnología y la atracción de inversión extranjera a sus principales centros de consumo. Sin duda, son países que privilegian el conocimiento y el valor agregado y se han olvidado de procesos primarios: temas en los cuales México deberá poner un interés muy especial durante los años por venir.

Contrario a estos dos países, en México, durante el sexenio pasado además de frenar el crecimiento económico pero manteniendo una inflación baja, se desarrollaron programas de asistencia social como Oportunidades y el Seguro Popular que incentivaron la informalidad y no se tradujeron cambios cualitativos en los recursos humanos. Si hubo o no una disminución de la pobreza extrema durante el sexenio pasado, esto se ve minimizado ante el gran rezago económico que actualmente sufre nuestra planta productiva. Un crecimiento promedio anual durante el último sexenio inferior al 3% en promedio. (INEGI).

Hoy en día, con las mismas medidas restrictivas y ante la urgencia de contar con mayores recursos y generar mejores condiciones de crecimiento económico por fin se ha aprobado una reforma fiscal, hecho que hay que aplaudir, sin embargo, el fantasma de la inflación se ha disparado en toda la sociedad, inclusive, antes de que entre en vigor la reforma.

Lamento que haya múltiples posicionamientos negativos de todos los sectores de la población, y casi ninguno a favor, incluso de los diputados que finalmente aprobaron la reforma fiscal. La verdad que es muy lamentable, ya que se trata de una inflación de tipo especulativa impulsada por las empresas y por los medios de comunicación que quieren una revancha.

Aunque técnicamente es improbable una cascada de aumentos, dado que estamos hablando de un aumento de dos centavos por litro al mes, la inflación de tipo especulativa producida principalmente por los medios de comunicación con ánimos de revancha, y luego por los propios empresarios es inevitable. Todos quieren sacar una tajada del pastel confundiendo a la población.

El Banco de México tiene una meta de inflación para el mediano plazo de un 3% +/- un punto porcentual y ha dicho que espera una tasa para el año de entre 3.75% y 4.25% en el tercer trimestre.

La inflación anual en México se desaceleró a un 4.03% en agosto, pero permanece por arriba del rango del objetivo del banco central. Se ha puesto en riesgo finalmente esa meta.

Si nuestro país no entra en una dinámica de trabajo en equipo, y de una agresividad empresarial bien enfocada, poco podremos avanzar por mejorar nuestras condiciones de vida. Y si a esto le añadimos una política macroeconómica restrictiva, que no ha incentivado la economía interna y que tiene guardadas en el baúl medidas de expansión del gasto público por mantener un “equilibrio macroeconómico” a toda costa, no generará el crecimiento económico que el país necesita.

Cualquier comentario relacionado con esta columna por favor dirigirlo a.
leonardo.alvarez@gdinnovaciones.com.mx o http://leonardoengd.blogspot.com/

2 comentarios:

Galis dijo...

Hola Leo, tan bien que íbamos, jaja y entramos en temas económicos insondables.
La famosa reforma fiscal o lo que surja de tan loable esfuerzo tendrá que enfrentar hecha girones al monstruo del populismo.
Aunque es cierto que la recaudación vía impuestos debe aumentar para hacer frente a las necesidades que tenemos como país, también es cierto que estos esfuerzos recaudatorios se ven mayormente dirigidos a acciones que no generan bienestar en el largo plazo y si aprobación o un sentido efímero de bienestar.
Medidas como el seguro popular y el enorme gasto social, así como la nómina gubernamental, tanto de la seguridad social como el sector educativo, rápidamente se encargan de cualquier recaudación extra.
Respecto de la cascada de aumentos disciento contigo, el aumento a la leche, el pan, el azúcar, la harina, la gasolina y el transporte impactan y merman la economía y generan inconformidad que tendrá que ser rebotada con alguna medida populista que nos llevará de nuevo al mismo ciclo.
Un saludo a todos tus lectores 8)

Ana Jiménez dijo...

Bueno, estoy de acuerdo en que esta reforma fiscal va a beneficiar hasta cierto punto el progreso económico del país pero también hay que ver si realmente los ingresos que se van a generar se van a invertir en el beneficio de los ciudadanos (obras públicas, etc) y no en el enriquecimiento de nuestros representantes.
Aunque se invirtieran bien los recursos que genere esta reforma yo pienso que causa un gran daño colateral, casi el 60% de los mexicanos viven en la pobreza ,creo que realmente no estamos en condiciones de ''masticar'' esta reforma , no todos ganan buenos salarios y el hecho de que halla subido la canasta básica va a ocasionar o ya esta ocasionando una crisis ,y esque no solo subió la canasta ,también el transporte público, el gas entre otras cosas que a fin de cuentas forman parte de nuestra vida diaria, el salario mínimo no es suficiente para compensar estos incrementos.
En conclusión: la reforma fiscal esta bien en cuanto a la recaudacion de fondos para mejorar la economía del país bla bla bla ,pero nos va a repercutir en nuestra billetera a todos, porque mejor no recaudar esos fondos bajándoles el sueldo a los legisladores, reducir esas pensiones a los expresidentes por sus 6 años de arduo y exhausto trabajo en lugar de irse inmediatamente a subirnos los impuestos.