El problema estructural es que somos una economía pobre, pequeña y ligada a los presupuestos públicos. El gobierno, otrora el gran empleador, ya no tiene capacidad de absorber burocracia y la obra pública no le alcanza para ser detonador de crecimiento sostenido del ingreso en los hogares.
No es el único culpable, claro está; pero tampoco ha tenido el tino de impulsar programas que incentiven negocios, sino clientelas políticas. Su función en Universidades y Tecnológicos se ha centrado en formar a los políticos del futuro y no a los empresarios que den soporte a las nuevas generaciones.
Es tradicional que el gobierno busque, premie, promueva, incentive el talento político pero no empresarial. Resulta que a los jóvenes les es más atractivo figurar en una planilla universitaria, porque saben que sin demostrar absolutamente nada de talento, solo disciplina, obediencia, sumisión….; por lo menos llegarán a Diputado o Regidor.
Es una cultura que no premia el mérito sino la obediencia y la disciplina ciega. Súmele a eso la poca voluntad emprendedora de nuestro sector privado, la poca combatividad de la sociedad en general.
Leonardo Alvarez
@leon_alvarez
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