sábado, 4 de septiembre de 2010

Brújula perdida para las definiciones importantes de nuestro país.

Tenemos la brújula perdida desde hace una década. Contamos con políticos como Marcelo Ebrard, jefe de gobierno capitalino, que se autodefine como un político de avanzada, de primer mundo; pero, también tenemos políticos que no son capaces de discutir los temas trascendentes para el país.

Hace apenas unos días, la Suprema Corte avaló los matrimonios entre personas del mismo sexo. Aunque mayoritaria, la votación de nueve ministros a favor y dos en contra, revela que hay posiciones en ambos extremos del debate. También se avaló que estos matrimonios puedan adoptar.

Los gobiernos más conservadores, se inclinan porque el Estado imponga restricciones en el ámbito personal. Por lo general, buscan limitar los matrimonios gay (y por supuesto la adopción), la eutanasia, el aborto o la legalización de ciertas drogas. En contraste, los gobiernos de izquierda buscan ampliar y proteger las libertades del individuo. 

Paradójicamente, cuando pasamos del ámbito de la vida privada al de la economía los papeles se invierten. Los grupos más identificados con la derecha, o de corte más conservador, abogan por la máxima libertad y la menor injerencia del Estado en las actividades económicas. Por la libertad para que los individuos interactúen en el mercado con las menores restricciones posibles. La izquierda, incansable abogada de extender cada vez más las libertades “personales” de los ciudadanos, propone un modelo económico donde el gobierno juegue un papel mucho más activo en la economía: como ente que regula, como proveedor de ciertos bienes y como garante de la seguridad social.

Durante la última década, México ha sido tierra fértil para la discusión sobre derechos y libertades ciudadanas. Mucho se ha avanzado en reconocer los derechos de los grupos que componen el país, ya sea que se hable de las sociedades conyugales, de indígenas, de género o de discapacitados. Un estado Laico, como el mexicano, les debe procurar un lugar dentro de la Ley.

Sin embargo, no puede decirse lo mismo respecto a las definiciones fundamentales en lo económico. En las últimas tres décadas las plataformas de los partidos y candidatos han consistido más en una lista de buenos deseos (crecimiento del 7% o generación de un millón de empleos al año) que de estrategias y definiciones sobre el camino a seguir. No se definen en torno al papel que el Estado debe jugar en la economía, ni en la identificación del factor que limita el crecimiento. Estamos completamente extraviados.

Rumbo al 2012, debe exigirse a candidatos y partidos, definiciones en lo económico que den algún grado de certeza. Preguntarles cuál será su apuesta para lograr el crecimiento sostenido que no ha sido en casi tres décadas. Que nos digan qué tanto mercado o qué tanto Estado en la economía, y que nos identifiquen por qué México no crece y qué habría que hacer para lograrlo.

Tenemos la brújula perdida desde hace una década. Contamos con políticos como Marcelo Ebrard, jefe de gobierno capitalino, que se autodefine como de primer mundo, como un político de avanzada; pero, también tenemos políticos que nos son capaces de discutir los temas trascendentes para el país.

Ojalá que la definición de la corte en materia de matrimonios monoparentales y la posibilidad de que estas mismas parejas adopten, encienda el debate de la misma forma en cuanto a la definición económica de nuestro país. Es urgente encontrar un rumbo definido.
Leonardo Alvarez

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