miércoles, 6 de abril de 2011

El sistema de pensiones en México

Actualmente, el sistema de pensiones en México es como el viejo Valiant gris de mi tío Fidel que apenas enciende, y que, tan solo por representar una mínima parte de lo que fue hace 30 años –salvo su valor sentimental--, no podemos tomarlo en cuenta como vehículo pues tiene mejores usos alternativos. Hoy solo nos sirve de mesa en tardes de convivencia, o de protección en días lluviosos o en tardes soleadas, en las que solemos recordar a Don Fidel echarle mecánica en la cochera.

Como ese Valiant, así se ve y así está hoy nuestro sistema de pensiones. Como un vehículo viejo, obsoleto, que cada día nos cuesta más y que, por un extraño valor sentimental, lo atesoramos como la joya de la corona y no nos atrevemos a cambiarle el rostro con una visión más pragmática y de responsabilidad hacia las generaciones futuras.

El sistema de pensiones en México es un sistema prácticamente quebrado. Solo cubre 40% de la Población Económicamente Activa (PEA) y representa un pasivo de casi 20 billones de pesos para el gasto público; monto que, dicho sea de paso, representa un déficit equivalente a 150% del Producto Interno Bruto (PIB). Y la cuenta sigue creciendo.

Tres asuntos de fondo son un problema serio que debemos resolver en nuestro sistema de pensiones:

1) Una pésima cobertura en salud pública. Somos un país que a pesar de contar con tres sistemas de seguridad social (IMSS, ISSSTE o Seguro Popular) paradójicamente, aún no cubrimos el 100% de la población. Además, los tres sistemas de salud –juntos-- no garantizan un servicio que satisfaga los requerimientos de la población.

2) Alto porcentaje de economía informal. Las tasas de ocupación informal registran 28% en promedio, erosionando las arcas fiscales y reduciendo el margen para el ingreso y ahorro domésticos, por consiguiente, tampoco contribuyen a los sistemas seguridad social y de pensiones.

3) Desperdicio del bono demográfico por bajo crecimiento económico. Tenemos alrededor de 15-20 años para fortalecer los ingresos de las personas y consolidar el crecimiento económico del país. De acuerdo a los pronósticos demográficos, luego de estos años, el grueso de la población será mayor de 40 años. Es decir, hoy somos un país de jóvenes con potencial para generar riqueza que no tiene empleo, y mañana seremos un país de viejos sin pensión y sin jubilación que nos alcance para sostenernos.

La forma de evitar que el país termine siendo de viejos y pobres, es replantear el sistema de pensiones mediante una serie de reformas e incentivos de ahorro en la población. Tiene que ver con la forma en que nuestro país crezca, produzca y genere incentivos para que la economía informal deje de ser un problema. Para que nuestro gobierno gaste y recaude lo justo y propicie que todos tengamos un seguro de gastos médicos y de retiro decoroso.

Obviamente, en nuestro país, estas reformas y cambios estructurales dependen de la lógica política y no de la lógica económica. Es decir, nuestros problemas, son producto del mal arreglo institucional en el que nos tienen postrados los partidos políticos y sus líderes mesiánicos. Y para llegar a ese nivel de reformas requerido, necesitamos a una clase política comprometida con las necesidades de los ciudadanos. Ese es el gran problema de México.

Insisto, la forma de evitar que el país termine siendo de viejos y pobres, es propiciando mejores condiciones de trabajo, de impuestos y de leyes que garanticen equidad y justicia. Lamentablemente, no contamos con una clase política con la misma visión y entusiasmo y tampoco con la voluntad para cambiar las cosas.

Nos hacen falta políticos con pasión, con arrojo, con voluntad para el cambio; y estimo que solo nos alcanza para un pésimo espectáculo de marionetas y titiriteros.



@leon_alvarez

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