Para
nadie es noticia que los dos primeros años del gobierno del presidente Enrique Peña
Nieto fueron muy malos. Hay quienes ven hoy la oportunidad para hacer una
limpia y acercar a gente de talento al gabinete y deshacerse de los
amigos/socios/conocidos de confianza personal del Presidente, y que, a la
postre, han resultado ineficaces para estar al frente de una dependencia o
institución.
Los
resultados de los últimos dos años ahí están para el anecdotario: durante el
2013, la economía apenas creció 1.1%, mientras que el año pasado el incremento
fue de sólo 2.1 por ciento. Un bienio que, en conjunto, dejó prácticamente
inalterado el PIB por habitante y que derivó en que la incidencia de pobreza no
se haya abatido. Esto, a pesar de los miles de millones de pesos gastados para
tal fin, lo que nos dice mucho de la ineficacia e ineficiencia de los diferentes
programas gubernamentales y que la distribución familiar y factorial del ingreso
se haya vuelto más inequitativa, resultado en gran medida explicado por los
innumerables subsidios regresivos junto con un sistema económico que sigue premiando
el capitalismo de compadrazgo.
Lo
triste y lamentable del caso para nuestro país, es que de acuerdo a las
previsiones demográficas, solamente nos quedan 10 años de la “ventana de
oportunidad poblacional”, años en los cuales el índice de dependencia (aquellos
individuos que no están laborando, sea porque están en la escuela o ya se
retiraron y que son mantenidos por aquellos que están trabajando) irá cayendo;
a partir del 2025, este índice empezará a aumentar y, de no crecer
aceleradamente ya, terminaríamos siendo un país de viejos pobres o pobres
viejos.
Es
por esto que se enfrentan varios retos que hay que ir resolviendo. A
continuación, sin ser los únicos, enumero cinco puntos que considero claves
para que el gobierno impacte positivamente en la agenda pendiente: i) Diseño
tributario; ii) Gasto público; iii) Regulación; iv) Seguridad pública; y V)
Corrupción.
i)
Diseño tributario. La reforma del 2014, aunque le dio más
recursos al gobierno, para efectos prácticos “mató” al consumo privado, que
prácticamente está estancado. El gobierno prometió que hasta el final del
sexenio no habría ni nuevos impuestos ni mayores tasas tributarias. Sin
embargo, el escenario previsible se ha alterado significativamente ante la
estrepitosa caída del precio del petróleo. Aunque con las coberturas la mayor parte
de los ingresos petroleros está garantizada, lo mismo no sucederá para el 2016.
El gobierno tiene que rediseñar el sistema tributario no solamente para
garantizar sus ingresos sino, más aun, establecer uno tal que los incentivos
que de éste se deriven estén alineados con el objetivo de mayor crecimiento
económico.
ii)
Gasto público. A pesar de estar gastando mucho más recursos derivados
de la mayor recaudación y de un déficit financiero de casi 5% del PIB, su
contribución al crecimiento es prácticamente nula. Ante la expectativa de una
significativa reducción de los ingresos petroleros para el 2016, el gobierno
tiene que rediseñar por completo el gasto público, eliminando todos aquellos
rubros que son ineficientes, ineficaces y regresivos.
iii)
Regulación. Las enormes barreras regulatorias de entrada y salida de
los mercados inhiben la creación y crecimiento de empresas, el empleo formal y
el aumento de la productividad. Es indispensable una profunda desregulación en
los tres órdenes de gobierno para reducir significativamente los costos de
transacción. Se requiere que los diferentes mercados, bienes, servicios y
factores de la producción operen en un contexto de competencia.
iv)
Seguridad pública. Estamos dispuestos a pagar impuestos para
que el gobierno nos provea de seguridad sobre nuestras personas y nuestras
posesiones y es aquí en donde hay una enorme falla: 33 millones de delitos, 98%
de ellos cometido con impunidad, acarrean un enorme costo social y económico.
v)
Corrupción. Juego de suma negativo que inhibe la inversión y el
crecimiento económico. Lugar 103 de 175 países evaluados por Transparencia
Internacional indica que este flagelo es endémico, aunque no cultural.
Transitar hacia un efectivo arreglo institucional que pueda detectar, perseguir
y penar los actos de corrupción es esencial para alcanzar mayores tasas de crecimiento.
Para
nadie es noticia que los dos primeros años del gobierno del presidente Enrique
Peña Nieto fueron pésimos. Hay quienes ven hoy la oportunidad para hacer una
limpia y acercar a gente de talento al gabinete y deshacerse de los
amigos/socios/conocidos de confianza personal del Presidente, que resultaron
ineficaces para estar al frente de una dependencia o institución.
Éstos
son sólo algunos retos. Si no se atienden, difícilmente llegaremos a tener
mayores niveles de desarrollo económico.
Leonardo Alvarez
@leon_alvarez
No hay comentarios.:
Publicar un comentario