martes, 14 de diciembre de 2010

El dinero que llega de nuestros paisanos

De acuerdo a mi perfil profesional: amo la información estadística; generarla, palparla, interpretarla…y a veces…, al tratar de investigarlo todo, me enfrento a realidades que por más obvias que parezcan, no tienen una solución sencilla y dependen de factores muy complejos que van más allá de las voluntades de las personas y de los gobiernos. Es el caso de la migración, y el abandono que ésta genera en pueblos y regiones por la falta de oportunidades de trabajo.

Tradicionalmente los movimientos migratorios son un fenómeno constante en el que las personas se desplazan ya sea de un país a otro, o dentro de una misma nación para buscar y alcanzar mejores alternativas de vida, buscando generar mayor bienestar, tanto a quienes cambian su lugar de residencia como en las zonas de origen y destino de los migrantes.

México es uno de los países con mayor flujo de emigrantes en el mundo y se ha caracterizado por ser un país de emigración principalmente hacia Estados Unidos. Ocupa el tercer lugar mundial, solo por debajo de China e India.

Hasta antes de la crisis económica de 2008, al año se trasladaban a EUA un promedio de 525 mil personas. Por ejemplo, en 2005, aproximadamente once millones de personas nacidas en México vivían, de manera permanente o temporal, con documentos o sin ellos en los Estados Unidos.

En ese contexto, las remesas, es decir, los envíos de dinero que hacen las personas de un país a familiares y amigos en otro país, son un beneficio evidente de la migración y han tenido un efecto favorable sobre el bienestar de las familias receptoras, y por supuesto, han permitido disminuir los niveles de pobreza en segmentos importantes de la población.

Si bien es cierto que las remesas han constituido una fuente importante de recursos para familias receptoras, para el consumo y manutención, incluyendo el gasto en salud y educación; no son una fuente de ingresos sostenible a largo plazo. Por ejemplo, como consecuencia del establecimiento de segundas generaciones de mexicanos en Estados Unidos; o la promulgación de Leyes que endurecen las medidas para cruzar la frontera. Esto puede provocar que el flujo anual de emigrantes pueda variar demasiado y provocar que el dinero que viene del extranjero por esa vía disminuya sensiblemente. Ese es el caso de México.

Las remesas, hasta hace dos años, eran una válvula de escape importante para nuestro país. Representan el segundo ingreso de dólares, solo después del petróleo y por encima del turismo internacional. Por eso hoy nuestros problemas económicos se agudizan aún más.


Al tercer trimestre de 2010, ingresaron a México 5,525 mdd en remesas.

Los Estados que más reciben son: Michoacán con 523 mdd; Jalisco con 442 mdd; y Estado de México con 422 mdd. Estos tres estados representan el 30% del ingreso total de remesas en México. Los estados que menos reciben son: Baja California Sur 8 mdd; Campeche 14 mdd; Quintana Roo 22 mdd; y Tabasco y Yucatán con 29 mdd respectivamente. Estas cinco entidades captan apenas el 1.8% del total de remesas que ingresan al país. Durango ocupa la posición 18 a nivel nacional con una captación de 97 mdd hasta el tercer trimestre de 2010. Representa el 1.7% del total de remesas que capta el país.


Es cierto que las remesas han constituido una fuente importante de recursos para familias receptoras. Fueron una válvula de escape a la pobreza. Y sin duda han tenido un efecto favorable sobre el bienestar de las familias receptoras, y por supuesto, han permitido disminuir los niveles de pobreza en segmentos importantes de la población. Sin embargo no son una fuente de ingresos sostenible a largo plazo.

Desgraciadamente, hoy, esta fuente de ingresos hacia estratos pobres y marginados socialmente es sustituida por el narcotráfico. Y no veo algo en el horizonte que me indique que las cosas vayan a cambiar o mejorar en el futuro. Esto es lamentable.

Leonardo Alvarez
@leon_alvarez


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