“…los empresarios
beneficiarios del capitalismo clientelista (crony capitalism) profesan la fe en
el libre mercado, pero se benefician de la errática aplicación de leyes
esencialmente ambiguas por parte de políticos intervencionistas y corruptos…”
Paul
Krugman
A
pesar del mundial de futbol y del periodo vacacional que se avecina, la
discusión y aprobación de las leyes secundarias en materia de competencia
económica no deben pasar desapercibidas. En concreto, en
este texto, abordaré el tema de las telecomunicaciones y del affair Telmex-Dish
como uno de los ejemplos más ilustrativos de los mercados de competencia
imperfecta que imperan en nuestra economía. La llegada del empresario mexicano
Carlos Slim a la lista de los diez hombres más ricos del mundo en la década
pasada, inclusive, tampoco debe disociarse de este asunto.
Esta
integración de mercado encubierta por un poder monopólico inmenso (Telmex-Dish)
y la influencia de Slim en el poder público y en un sector de alta
rentabilidad, han contribuido a que la desigualdad en México sea un tema
recurrente en la agenda gubernamental y una gran deuda de la democracia
mexicana con los ciudadanos.
Por
ello, por lo menos en el discurso, mitigar la pobreza, incrementar la riqueza y
el crecimiento económico y el bienestar de los mexicanos son algunos de los
objetivos del Gobierno de Enrique Peña Nieto y del regreso del PRI a la
presidencia de la República.
Capitalismo de amigos.
Para
nadie es ajeno que Carlos Slim construyó su imperio de la mano de la corrupción
y de las posibilidades que se abrieron con la apertura económica que se inició
en nuestro país en la mitad de los años ochenta, cuando México optó por el
neoliberalismo como su modelo de crecimiento. Fue durante el gobierno de Carlos
Salinas de Gortari cuando el Ingeniero Slim, entonces un modesto y combativo empresario
del ramo constructor comenzó su escalada exponencial como hombre de negocios,
principalmente, con la adquisición de Teléfonos de México (Telmex), una
paraestatal en quiebra a precios de ganga. En economía esto se conoce como: “capitalismo
de amigos”.
El
capitalismo clientelista o amiguista es un término que describe una economía
supuestamente capitalista en que el éxito en los negocios depende de una
estrecha relación entre los empresarios y los funcionarios gubernamentales.
Entre sus expresiones más frecuentes se puede mencionar favoritismo en la
distribución de permisos legales, subvenciones del gobierno, venta de
paraestatales, impuestos especiales y contratos, entre otros atributos
permitidos por la Ley.
En
su forma más suave, el capitalismo clientelista consiste en una colusión entre
los agentes del mercado y el gobierno y los políticos para lograr una mayor
apropiación de rentas. Normalmente, estos esquemas conducen a la generación de
mercados y sectores de la economía en condiciones de mercado poco competitivas,
tales como: monopolios, oligopolios, cárteles, entre otros. (Pregúntenle a
Purificación Carpinteyro).
Es
cierto que en más de 20 años, Telmex, de la mano de Slim, pasó de ser una
empresa telefónica paraestatal ineficiente, con poca infraestructura y con
pérdidas, a ser una empresa con alta tecnología, diversificación, cobertura y
capacidad instalada a la altura de las más importantes del mundo. A grado tal
que el Instituto Federal de Telecomunicaciones (IFETEL) la ha considerado
empresa preponderante en su sector. No obstante, este crecimiento espectacular
de Telmex, se logró sin tener enfrente a ningún competidor, a ninguna autoridad
que regulara sus prácticas y, como en los combustibles, los ciudadanos tuvimos
que soportar los abusos de la única empresa que ofertaba los servicios de
telefonía en el país.
Telmex,
con base a su poder monopólico, cobró durante más de 20 años las tarifas de
acceso a telefonía local, renta de aparatos y larga distancia más caras del
mundo, y en países que pertenecen a la Organización para el Crecimiento y el
Desarrollo Económico (OCDE), durante la última década, el acceso a internet más
deficiente y 80% más caro, incluso, que países como Estados Unidos o Canadá con
quienes establecimos un acuerdo comercial desde 1994. En pleno siglo XXI esto
es simplemente inconcebible.
TELMEX y DISH una
acción de integración de mercado encubierta.
La
adquisición de Telmex durante la etapa en que el PRI de la mano de Carlos
Salinas de Gortari gobernó México, primero, y después la llegada de Dish de la
mano de Telmex durante la etapa en la que el PAN mantenía la Presidencia de la
República, son un claro ejemplo de los beneficios concedidos al amparo de la
Ley del capitalismo clientelista. Esa es la sombra que envuelve a Slim y lo
aleja de los grandes empresarios y por la cual es visto con un dejo de
arrogancia inclusive en el extranjero. El monopolio privado de telefonía una
vez que llegó a niveles máximos de utilidad que significaron más de 20 años de
esquilmar a los ciudadanos impunemente, se dispuso a entrar tramposamente en el
mercado de la televisión de paga por la misma vía y con la misma intención,
pero ahora, gracias a la inmensa red de telefonía y fibra óptica que Telmex ha
consolidado con los años. Esta gran infraestructura lograda a base de poder
monopólico y consentimiento del Estado, hasta antes de la reforma a la Ley de
Telecomunicaciones aprobada en enero 2013, representa la barrera más grande de
entrada a sus competidores y la posibilidad inmensa de cobrar tarifas sumamente
excesivas a los ciudadanos.
Nadie
puede negar el valor que tiene como empresario Carlos Slim; pero, por ejemplo,
la diferencia entre el dueño de Telmex y Bill Gates es mucha y muy
contrastante. Mientras que Bill Gates creó una empresa mundial, con poder
monopólico, con base a una innovación y desarrollo de tecnología, como lo fue y
ha sido Microsoft; Slim surgió a partir de la subasta de una empresa telefónica
pública a precio de ganga que hoy es Telmex. Bill Gates desarrolló e innovó en
una industria, y Carlos Slim aprovechó los nexos políticos y la corrupción para
apoderarse de una paraestatal y pasar de un monopolio público a uno privado con
total impunidad. Esa es la gran diferencia.
Para
un país que tiene a más del 50% de su población con estatus de pobre, donde
prevalece la falta de inversión en innovación y tecnología, y donde el 10% de
la población es dueña del 80% de la riqueza que produce nuestro país (INEGI),
esta realidad es muy dolorosa y contrastante.
Es
curioso y hasta irrisorio (solo en México pasa), en medio de esta enorme
desigualdad y protección política Telmex surge como monopolio privado gracias
al PRI y se perfila como un competidor con amplio poder de mercado en el ramo
de la televisión de paga, gracias a los gobiernos del PAN. Lamentablemente,
para Slim, el PAN perdió la presidencia de la República y la nueva
configuración del poder en México también cambió el juego de ajedrez empresarial
en el país. Primero se deben rehacer y equilibrar las estructuras de poder
político y económico del país; y por otro lado, también es definitivo que Slim
no puede entrar en un nuevo mercado bajo las mismas reglas con las que operó en
la telefonía local y de paga. Eso es definitivo.
En
mayo pasado el IFETEL concluyó acerca la integración Telmex-Dish, lo siguiente:
“...se tienen elementos indiciarios de
que los Emplazados son probables responsables de realizar una concentración en
términos del artículo 16 de la LFCE, debido a que los derechos y obligaciones
otorgados en LOS CONTRATOS generan que Telmex, Teninver, DMH, EchoStar,
EchoStar México, Grupo MVS y GFMTV persiguieron intereses financieros y
comerciales comunes en cuanto a que dichas sociedades coordinen su
comportamiento para controlar conjuntamente la operación de DM y Cofresa en el
mercado. Situación que de conformidad
con el artículo 16 de las LFCE, en relación con los criterios señalados por la
SCJN, constituye una concentración”.
En
este contexto, con el regreso del PRI al poder y la necesidad de promover una
segunda generación de reformas que quedaron inconclusas en 1994, cuando el país
se convulsionó política y económicamente, para el Presidente Enrique Peña
Nieto, la promoción y aprobación de las leyes secundarias en telecomunicaciones
equivaldrían a la expropiación petrolera que Lázaro Cárdenas llevó a cabo en
1938. De ese tamaño sería el logro para el Presidente Peña Nieto si reduce el
poder de Slim y de otros empresarios de éste y otros sectores de la economía de
nuestro país. Las reglas cambian: más poder y control del estado.
Quien
lo dijera, ahora es el PRI quien le impone sanciones y controles a uno de los
empresarios institucionales del Estado. Claro que en un contexto y coyuntura
política distintas.
Impactos positivos de
la reforma en telecomunicaciones y el IFETEL.
Ahora
bien, el nuevo marco regulatorio no garantizará por sí mismo una mayor competencia,
aunque constituye un mensaje claro a favor de un terreno de juego más parejo.
La clave ha sido anteponer los beneficios de la ciudadanía.
Las
leyes secundarias en materia de telecomunicaciones que han comenzado a votarse
en comisiones del Senado de la República y que tendrán que ser aprobadas en el
pleno de la Cámara alta y de los diputados en los próximos días, se han
convertido en una batalla política y también empresarial, pero se olvida que,
en última instancia, de lo que se tendría que debatir es, sobre todo, del
beneficio para los consumidores.
No
se trata y no se debería tratar, de una lucha entre Telmex y Televisa, sino de
contar con servicios eficientes, competitivos y con capacidad de opción para
poder elegir entre ellos. En realidad, las resoluciones que había tomado el
IFETEL sobre preponderancia afectaban mucho más a Televisa que a Telmex, aunque
declarara preponderantes a ambas empresas. Era sencillo: mientras que para las
televisoras las medidas eran muy estrictas y vinculantes, para las telefónicas
eran laxas y en buena medida interpretativas. Hoy, la iniciativa de leyes
secundarias enviada al Congreso perfecciona esas resoluciones y establece un
terreno más justo para la competencia y la apertura del sector.
La
carencia más importante que había que solucionar es lo que se conoce
popularmente como la de la última milla, y que, técnicamente, se denomina como
el tráfico “on net” y “off net”, que no es otra cosa que los
costos de la interconexión que hacen otras empresas vía las redes de Telmex y
Telcel y se resume en algo muy sencillo: cuánto se cobra, si es que se cobra, a
otras empresas por utilizar la red de la empresa que tiene más de 80% del
mercado y controla para sí misma esas redes. Para cualquier competidor es
imposible acceder en términos competitivos a esa red, porque los costos se
disparan inmediatamente.
Pues
bien, la iniciativa de las leyes secundarias en el sector subsana esas
carencias. Un punto es clave: le impone una tarifa de interconexión cero a
Telcel que hará efectiva la competencia. La tarifa de interconexión es el
mecanismo que ha impedido a todos sus competidores crecer y hace una diferencia
enorme a la hora de aplicar tarifas. Es imposible superar ese escollo porque,
por un mismo servicio, siempre la empresa preponderante puede cobrar menos que
sus competidores. Ya no será así.
Tampoco
podrá discriminar entre las llamadas producidas dentro de su red y las que
provienen o salen de otra red y además se logrará que el roaming, o sea las
llamadas de larga distancia, terminen siendo sin costo adicional. ¿Sabe cuánto
nos cuestan a los consumidores las llamadas de larga distancia al año? 19 mil
millones de pesos, un costo que no tiene, tecnológicamente hoy, ninguna
justificación.
Telmex
ha argumentado hasta el cansancio que esa red fue comprada en su momento por
Telmex, una empresa en muchos sentidos envidiable. Es verdad, pero 20 años
después esos costos se han más que amortizado, han generado ganancias enormes,
y mantener el monopolio en ellas castiga la competitividad y por ende los
costos para la gente y las empresas.
No
olvidemos, además, que ninguna de las empresas declaradas como preponderantes,
o sea Telmex y Televisa, cada una en su sector, deberá desincorporar activos, o
sea deshacerse de parte de las mismas para hacer más competitivo el mercado,
como ocurrió en su momento, por ejemplo, con la principal empresa telefónica
de Estados Unidos, que se tuvo que dividir en cinco empresas, o como se
sancionó al grupo Clarín en Argentina, para que se dividiera también en varias
empresas diferentes y desincorporar alguna de sus partes.
Las
leyes secundarias atacan temas capitales: obliga a todos a competir con mejores
precios y servicios; dos nuevas cadenas de televisión podrán utilizar en
ciertos ámbitos capacidad instalada de Televisa para su transmisión; la tarifa
cero de interconexión coloca la mesa para la competencia en el sector (y detona
la posibilidad de grandes inversiones de quienes quieran ser competidores
reales); elimina las exclusividades de eventos relevantes para televisión y de
ciertos equipos móviles para telefonía. Por tanto, el dictamen propuesto es
positivo para la gente y para el mercado, para las inversiones y para los
consumidores.
Aunque
para los economistas aún y con todo este análisis no es evidente cuál es el
tamaño óptimo de una empresa en cada mercado, lo que debe importar no es el
porcentaje del mercado, sino el abuso o no de una posición dominante.
La
integración de mercado encubierta por un poder monopólico inmenso (Telmex-Dish)
y la influencia de Slim en el poder público y en un sector de alta
rentabilidad, han contribuido a que la desigualdad en México sea un tema
recurrente en la agenda gubernamental y una gran deuda de la democracia
mexicana con los ciudadanos.
Por ello, mitigar la
pobreza, incrementar la riqueza y el crecimiento económico y el bienestar de
los mexicanos son algunos de los objetivos del Gobierno de Enrique Peña Nieto y
del regreso del PRI a la presidencia de la República. Esperemos que se logre
por el bien de los ciudadanos. Este es el verdadero reto para este gobierno.
Leonardo Alvarez
@leon_alvarez
1 comentario:
El As bajo la manga de Slim.
http://eleconomista.com.mx/caja-fuerte/2014/07/09/carlos-slim-tenia-as-bajo-manga
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