De acuerdo al Documento “Las mujeres en Durango. Estadísticas sobre desigualdad de género y violencia contra las mujeres”, publicado por el INEGI en 2008, uno de los aspectos que está modificando la vida familiar y, en consecuencia, la de las mujeres, es la creciente presencia de hogares con jefatura femenina.
En nuestra entidad, como a nivel nacional, alrededor de uno de cada cinco hogares es comandado por una mujer. En cinco años, la tasa de jefatura femenina aumentó en Durango de 20.4 a 22.6%.
En el terreno educativo, se ha logrado revertir la brecha existente en asistencia a la escuela que solía ser desventajosa para las niñas y adolescentes. En 2005, la tasa de asistencia de la población de 6 a 12 años en la entidad era similar para las niñas y para los niños (96.6 y 96.5%, respectivamente). La matrícula escolar de educación media estaba compuesta por 52.3% de mujeres y 50.3% de hombres en el nivel superior en 2006. En conjunto, puede decirse que la brecha educativa entre mujeres y hombres se ha reducido de manera significativa, siendo el promedio de escolaridad de la población de 15 años y más de 8 años para hombres y mujeres por igual.
No obstante ésta mayor participación en la educación y en la jefatura de las familias, aún persiste una enorme diferencia en la participación del la mujer en actividades productivas remuneradas. La mayor educación que hoy día están alcanzando las mujeres en Durango no se ve de alguna manera reflejada en el nivel y forma de participar en la actividad económica.
La tasa de participación económica femenina en la entidad es de 33.4%, menor al promedio nacional (41.4%). La tasa de desocupación en las mujeres (2.5%) es menor que la de los hombres (3.1%). Las mujeres siguen realizando la mayor parte del trabajo no remunerado, tanto del que realiza para el mercado, como el que comprende las actividades domésticas.
En Durango, la mujer que participa en la actividad económica tiene una sobre jornada de trabajo total promedio de 11.7 horas más que la masculina; esta cifra es ligeramente mayor al promedio nacional (10.4).
Otra esfera de participación asimétrica entre hombres y mujeres es la participación en la toma de decisiones. Con datos de 2008, el ámbito de la participación política en los municipios indica que es escasa: no hay presidentas municipales mujeres, 22.1% son regidoras y no hay síndicas. Para el 2008, el Congreso local estuvo constituido por 16.7% de mujeres diputadas. En el nivel nacional la cifra para el periodo 2006-2009 estuvo en 21.3%.
Sin embargo, a pesar de la innegable contribución de las mujeres a las actividades productivas, a su mayor participación en la educación, y al asumir cada vez más el rol de jefe de familia, uno de los frenos más recurrentes en la participación de las mujeres en la toma de decisiones, tanto en la esfera pública como la privada, es la violencia que sistemáticamente se ejerce sobre ellas.
De acuerdo con la Encuesta Nacional sobre la Dinámica de las Relaciones en los Hogares ENDIREH (2006), que también publicó el INEGI prácticamente una de cada dos mujeres de 15 años y más, casadas o unidas, sufrió al menos un incidente de violencia por parte de su pareja (47.9%); mayor a la observada en el nivel nacional (40.0%). Este tipo de violencia conyugal es similar en zonas urbanas y en rurales.
Nunca como ahora se ha evidenciado el peso específico que tiene la mujer en las actividades productivas de nuestro país. Cada vez más asumen un rol protagónico en la familia, están cerrando la brecha de participación en actividades productivas remuneradas; sin embargo, aún mantienen un perfil que las ubica como un segmento de la población que sufre discriminación.
@leon_alvarez
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